Suma y sigue.

Suma y sigue. Las denuncias públicas del fraude magenta se acumulan en las redes sociales y en los medios de comunicación. Una formación política nunca había desatado tal cantidad de desafectos debido a sus prácticas internas. Practicas reñidas con la más elemental de las éticas democráticas.

Internet se ha convertido en la principal plataforma donde afiliados, ex afiliados y expulsados relatan con sus testimonios las vivencias en UPyD y sacan a la luz pública los muchos desmanes cometidos por el aparato del partido de Rosa Díez, junto con los comisarios políticos de los territorios donde, cada vez menos, tienen presencia.

La expulsión fulminante de afiliados, sin juicio previo, por tener amigos de otras formaciones políticas en Facebook  o tener a esos partidos en su listado de favoritos, es solo la punta de un gigantesco iceberg de atentados contra los derechos ciudadanos.

A la última denuncia pública de Javier Flores, miembro de la ejecutiva regional de UPyD en Madrid y candidato en primarias a la alcaldía de la capital, se une la que está realizando Héctor Salazar, ex miembro del Consejo Político Territorial de Madrid, detallando los distintos pucherazos que se produjeron en el último congreso magenta, así como el trato que la afiliación insumisa al poder de la dirección recibe a diario. Previamente, durante el año recién terminado, dos pesos pesados del organigrama del partido de Ama Díez, Álvaro Ballesteros y Francisco García, denunciaron la ausencia de democracia interna en UPyD y las practicas estalinistas de su dirección.

El globo se desinfla a pasos agigantados. El fraude que se pretendía ocultar a la ciudadanía española, manteniéndola en uno de los mayores engaños de la política contemporánea, ha dado un salto cualitativo. Desde la propia formación de Doña Rosa se denuncian las actitudes totalitarias. Un vuelco sin precedentes y un balón de oxigeno para el estado democrático.